El TDAH, un trastorno presente en la adolescencia y no diagnosticado lo suficiente
El TDAH es cada vez más común entre los adolescentes, debido, principalmente, a no haber sido diagnosticado con antelación.

La adolescencia es, sin duda, una de las
etapas de desarrollo del niño más transcendentales, y por tanto, un
momento de la vida donde los padres más cambios perciben en sus hijos.
Tanto es así, que en ocasiones los adultos no son capaces de discernir
cuándo el niño está pasando por una época propia de la adolescencia o se
trata de un trastorno. La apatía, la desmotivación, los problemas
conductuales, la aversión hacia el estudio, las conductas impulsivas, la
falta de esfuerzo, la ausencia de planes de futuro no necesariamente
son propios de la adolescencia. Acentuados, es conveniente acudir a un
especialista.
Si ya en sí misma la adolescencia y
primeros años de la edad adulta suponen un cambio en distintos aspectos y
nuevas vivencias no exentas de conflicto, en el caso del adolescente
con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) la
situación se complica en ocasiones todavía más.
Los últimos datos en España reflejan
precisamente el aumento de casos diagnosticados con TDAH. En la
actualidad, el 4,6% de los niños en edad escolar padecen este trastorno,
siendo más común en varones que en mujeres. En La Rioja, además, y de
acuerdo a los datos de la Asociación ARPANISH, Asociación Riojana de
Padres de niños con TDAH (www.arpanih.org), este porcentaje se confirma y
se sitúa en torno al 5% de los niños infanto-juvenil.
El aumento de porcentaje en enfermos con
TDAH se ha manifestado más notoriamente en los últimos 10 años a nivel
mundial. Según los expertos, no se debe a que realmente exista un
aumento de la incidencia de casos TDAH, sino a una mayor concienciación
de la enfermedad entre padres, profesores y atención primaria, que
acuden al médico especialista ante la menor sospecha.
Pero el tratamiento de estos pacientes
no se puede llevar a cabo sin que sea previamente diagnosticado y, para
ello, es fundamental que padres, educadores y personal sanitario de
primaria conozcan no solo que existen profesionales correctamente
cualificados para abordar este tipo de patologías de la infancia y que
se perpetúan en la adolescencia y muchas veces en la edad adulta, sino
también su clínica, sus consecuencias, la estigmatización y otra serie
de fenómenos que estos pacientes terminan arrastrando a lo largo de su
vida, debido al desconocimiento que existe sobre el TDAH, la ignorancia
voluntaria o impuesta en la sociedad, el mal uso de los recursos
disponibles y por supuesto a la difícil tarea de llevar a cabo un
adecuado tratamiento multidisciplinar para estos casos.
El TDAH se manifiesta principalmente en
la edad infantil y prosigue en la adolescencia en la gran mayoría de los
casos. Se estima que más del 80% de los niños que presentan el
trastorno continuarán padeciéndolo en la adolescencia, y entre el 30-65%
lo presentarán también en la edad adulta. De hecho, al ser un trastorno
crónico que evoluciona con la edad, suele reducir unos síntomas, como
la hiperactividad motriz, y otros los incrementa, como la impulsividad.
Muchos de los adultos con TDAH sin
precisar tratamiento han compensado sus deficiencias y han aprendido a
controlar las consecuencias negativas, que no constituyen un impedimento
importante en el desarrollo de buena parte de su actividad. Sin
embargo, otros no han desarrollado adecuadamente algunas de las facetas
básicas de la persona, sufriendo trastornos de la personalidad,
alteraciones emocionales graves, problemas afectivos o laborales,
mayores tasas de accidentes de tráfico, dificultades en las relaciones
sociales, etc.
Síntomas
En la etapa adolescente, los principales síntomas de esta patología son:
1.- Inatención: Inmadurez cognitiva y
emocional, introversión y escasa expresividad, dificultad en las
relaciones sociales, falta de iniciativa, falta de autonomía, problemas
académicos y del aprendizaje, etc.
2.- Hiperactividad: Dificultad en
relaciones sociales, exagerada extroversión, sobrecarga de intereses y
objetivos, dificultad para concluir tareas, necesidad de movimiento
constante, etc.
3.- Impulsividad: Dificultad para
aceptar límites a su comportamiento, búsqueda de recompensas inmediatas,
actitud desafiante, mayor riesgo de adicciones, abandono y rechazo de
los estudios..
Algunos de estos síntomas están
presentes durante toda la vida, y otros en cambio se trasforman hasta no
ocasionar ningún tipo de problema en el funcionamiento del sujeto con
el tiempo y tratamiento.
Por lo general, el TDAH tiene un
importante impacto en el adolescente y en su entorno familiar y se
traduce en un mal desarrollo de la autonomía de la persona, dificultad
para identificar lo que necesita, indefensión aprendida, alta
frustración, problemas afectivos, miedo al futuro, malas notas, baja
autoestima y autoconcepto negativo de uno mismo, sentimiento de culta,
escasas o malas relaciones con sus iguales y conflicto en el núcleo
familiar. Este comportamiento impacta directamente en su entorno más
cercano y se manifiesta a través de reacciones desproporcionadas,
pasotismo o aislamiento.
En la etapa adolescente existen
diferentes perfiles de personas que sufren este trastorno. El grado de
intensidad de esta patología depende de varios factores: la condición
biológica y sintomática (la genética y desarrollo de la persona); y las
condiciones ambientales que han rodeado su evolución, como pueden ser:
resultados académicos, entorno familiar, estimulación cognitiva,
corrección conductual, así como el tratamiento e intervención previa que
haya llevado a cabo, en el caso de que se haya detectado en la edad
infantil.
Tratamiento
Dada la problemática que deriva el TDAH
para el paciente y su entorno, es fundamental realizar tanto el
diagnóstico en esta etapa de la vida (si no se ha realizado antes) como
la detección de otros procesos concomitantes. Y a partir de ahí,
establecer el adecuado tratamiento que resuelva los problemas
psicológicos afectivos y sociales.
El tratamiento debe dirigirse tanto al
afectado como a su entorno con el fin de establecer nuevas rutinas,
potenciar apoyo emocional desde las familias y núcleo social, evitar
comportamientos o actividades perjudiciales y desarrollar conductas
positivas.
El programa de intervención para el TDAH
debe hacerse a varios niveles adaptando a la edad y la situación
específica del niño, estableciendo las respuestas a sus necesidades. El
proceso terapéutico para el TDAH en niños y adolescentes comprende tres
etapas fundamentales: evaluación inicial y una estrategia terapéutica
(que puede incluir tratamiento farmacológico y tratamiento conductual,
psicoterapia y psicoeducación).
Además, será fundamental la intervención
con los padres, con programas para entender la enfermedad en el entorno
familiar, así como intervenciones escolares, que empiezan a ser cada
vez más frecuentes y que tiene como objetivo que padres y profesores
establezcan un método efectivo de comunicación para ayudar al paciente.
Esta etapa de la vida tan voluble,
fundamental para la adquisición de la autonomía y la personalidad, debe
por tanto ser meticulosamente valorada por especialistas adecuados
evitando complicaciones o conflictos emocionales y sociales que podrían
afectar no solo al adolescente, sino a su familia y persistir además en
la edad adulta.
MARÍA VAQUERO - LA RIOJA
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